Derribados Pero No Destruidos
El dolor es algo increíblemente poderoso, con frecuencia derrota nuestra confianza en nosotros mismos, nuestra confianza en Dios, nuestra fortaleza mental y nuestra actitud positiva. La verdad es que el dolor, sea emocional o físico tiene esa capacidad de quitarnos cualquier tipo de máscara o coraza que nos pongamos, nos deja vulnerables, nos deja desnudos. Sacude nuestra vida en maneras que quizás nunca imaginamos. Nos hace preguntarnos: ¿Cuál es el propósito de este dolor, de esta prueba? ¿Hasta cuándo va a terminar?...
No sé tú, pero yo, generalmente tiendo a encerrarme en mi dolor y siento como si nadie puede entender lo que sufro. Pero hay alguien que si entiende, que conoce mi corazón mejor que nadie y que quiere lo mejor para mí- sí, aunque a veces parezca todo lo contrario- Dios.
Entonces ¿Por qué Él es el último a quien acudo? Él es el único que nos conoce profundamente, sabe lo que sentimos y va caminando al lado de nosotros aunque no lo sintamos. Él anhela que lo busques y le entregues tu dolor, tus cargas, tus preocupaciones. Quiere llenar tu vida con su presencia y sanar aquellas piezas de tu vida que estén rotas.
El pensamiento de que nadie comprende nuestras aflicciones, nunca será cierto. Tenemos un Dios con marcas de clavos en sus manos que durante su paso en la tierra tuvo aflicciones, sufrió y sintió dolor. Por lo tanto, ¡Clama a Él! Dios no nos abandona y tampoco nos deja solos para que nos defendamos por nuestra propia cuenta. Él no solo nos consuela y nos brinda paz, sino que también nos fortalece cuando estamos débiles y saca algo bello y maravilloso de nuestro quebrantamiento.
El dolor y el sufrimiento nos dan dos opciones: podemos dejar que ese periodo de dolor nos acerque más a Dios o, nos aleje de Él. ¡Clamemos a Dios en nuestro dolor! Aunque estemos afligidos y derribados, Él no va a permitir que seamos destruidos. Él solo permitirá lo que servirá para Su propósito de amor y de bien para tu vida, (Jeremías 29:11) y si Él ha permitido que pases por un momento de dolor y aflicción, puedes encontrar la fuerza y el consuelo que necesitas en la promesa que Él solamente lo permitirá por un tiempo determinado. Y que al final Él usará eso para tu bien y para su gloria.
No te rindas y des lugar a la desesperación. Recuerda que: “Aunque llenos de problemas, no estamos sin salida; tenemos preocupaciones, pero no nos desesperamos. Nos persiguen, pero no estamos abandonados; nos derriban, pero no nos destruyen." 2Corintios 4:8-9 Y sobre todo recuerda que Su fortaleza gracia y misericordia son mucho más grandes que tu dolor.