Perder para Ganar
Desde que somos muy pequeños se nos enseña que lo mejor siempre es ganar, se nos felicita por cada meta lograda y se nos elogia cuando nuestros planes y objetivos salieron tal y como los teníamos proyectados. Esto nos hace sentir bien y seguros de nosotros mismos. Nos genera un sentimiento de auto satisfacción que nos provoca bienestar y felicidad. Pero ¿Qué pasa cuando las cosas salen mal, cuando perdemos, cuando nada sale como lo habíamos planeado? La reacción es completamente la opuesta a cuando ganamos, ¿Verdad?.
La Real Academia española define la palabra “pérdida” como “carencia, privación de lo que se poseía, cantidad o cosa perdida”.
Irónicamente, muy pocas veces se nos prepara para momentos en que quizás nuestros planes no salen bien. Tendemos a ver el perder como algo intrínsecamente negativo y sentimientos de culpa, tristeza, impotencia y enojo se apoderan de nosotros. ¿Por qué? porque a lo largo de nuestra vida hemos aprendido que ganar es bueno y perder es malo, así de simple. Nuestro cerebro de manera automática asocia el perder con sentimientos de negatividad y tristeza, mientras que el ganar lo asocia con satisfacción y felicidad.
Perder = Ganar
¿El queeee? Sí, lo sé, esa ecuación resulta un poco contradictoria y hasta quizás un tanto irónica, pero lo cierto es que no lo es. Romanos 12:22 nos dice que "la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta”. Comprender que la voluntad de Dios es agradable y perfecta nos puede resultar muy complicado cuando estamos demasiado apegados a las cosas, personas o circunstancias y de repente por cualquier razón las perdemos o dejan de estar ahí. Nos cuesta tanto entender que Dios no puede darnos aquello que le hemos estado pidiendo por tanto tiempo, si nos negamos a soltar lo que tenemos en estos momentos en la manos. Si lo ponemos en términos simples, es como que un niño le pida a su papá juguetes nuevos insistentemente y cuando su papá trata de dárselos el niño no quiere soltar aquellos viejos juguetes y arruinados. Entonces, ¿Cómo va a poder sostener los mejores juguetes si sus manos ya están ocupadas con los viejos e inservibles?
A veces, simplemente tenemos que perder algo para poder ganar algo mejor. Lo más seguro es que en el momento nos cueste entenderlo o no le encontremos sentido a que Dios nos esté quitando algo que tan feliz nos hacía. Pero algunas veces Dios quita algo que nunca pensamos perder, para darnos algo que nunca pensamos tener. Las acciones de Dios nunca son al azar. Cuando Dios te quita aquello que tenías agarrado, El no está castigándote, sino simplemente abriendo tus manos para recibir algo mejor -sí, lo sé, esa frase está un poco trillada- pero te lo dice alguien que a lo largo de su corta vida ha experimentado un par de pérdidas negativas (que sí, han sido dolorosas) pero que al final las he visto convertirse en ganancias.
No todas las pérdidas significan algo malo. José, por ejemplo, tuvo que perder sus comodidades, estar lejos de su padre Jacob, soportar que sus hermanos lo vendieran y pasar tiempo en la cárcel para que Dios pudiera cumplir su propósito en él (Génesis capítulo 37-39). Y durante todo ese proceso Dios nunca lo abandonó, siempre estuvo a su lado cuidándolo y preparándolo para lo que le tenía preparado en el futuro. Los discípulos también tuvieron que afrontar el hecho que ya no verían más a Jesús al momento que él subió al cielo. Sin embargo, Él les dice " Y yo le pediré al Padre que les mande otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes." Juan 14:16.
Así que, como podrás ver, perder no siempre va a significar algo negativo. Aunque el mundo te diga que debes sentirte derrotado porque perdiste esto o aquello, no prestes atención. Confía en la voluntad en Dios, confía en sus planes, confía en que el sabe lo que hace. Pero sobre todo recuerda que si Dios permite que pierdas algo, es porque Él te dará algo (en el tiempo correcto) que quizás nunca pensaste tener .